Posiblemente la forma de manifestación máxima en el tema de la depresión es el fenómeno del suicidio. Aunque es superficialmente antinatural, el suicidio es evento común en nuestra sociedad e incluso una problemática especialmente relevante en Saltillo. ¿A qué se debe?
De acuerdo a Emile Durkheim, el suicidio es:
«Todo caso de muerte que resulte, directa o indirectamente, de un acto, positivo o negativo, realizado por la víctima misma, sabiendo ella que debía producir ese resultado».
Culturalmente el suicidio ha sido castigado, perseguido y temido, asimismo el suicida se convierte en un mito social del que sus allegados se expresan con temor o incluso vergüenza, dejando a los más cercanos con un estigma social que pudiese participar en la imitación posterior de quienes le sobreviven.
Decía Albert Camus que la pregunta más importante que la filosofía debía resolver es la de por qué no nos matamos. El suicidio tiene entonces una pregunta que debe resolverse, tanto el por qué, como el por qué no.
Cuando una persona se suicida, sus allegados se preguntan el por qué. Para muchas personas el suicidio es un acto egoísta, incluso Emile Durkheim refiere un tipo de suicidio de ese modo, sin embargo mi experiencia me ha indicado que, como menciona Durkheim, el suicidio es una acción social, es lo opuesto a un acto egoísta.
Debemos entender que el suicidio no pretende realmente la muerte sino la finalización del sufrimiento. Es necesario identificar la causa del sufrimiento para comprender el por qué una persona desea que termine. Así el suicidio es un acto de autoprotección y no de autodestrucción pues busca proteger al suicida del daño que siente que recibe.
La causa del sufrimiento es el eje en donde habremos de enfocarnos para entender el suicidio. Si bien hay situaciones de salud, como dolores crónicos y enfermedades terminales, que están dentro del individuo, la mayor parte de los suicidios provienen de afuera del mismo. Es ahí donde se puede trabajar.
Como mencioné antes, y como Durkheim también lo comentó, el suicidio es una acción social, y lo es pues es de la sociedad, afuera del individuo, de donde proviene el sufrimiento: Tanto de la aceptación y/o rechazo de sus pares, la autorrealización no alcanzada y las limitantes sistémicas que parecieran retener al individuo en un estado que, al menos para el suicida, implica sufrimiento. Todas ellas son circunstancias externas al sujeto que se suicida y que le provocan sufrimiento, y es en un intento por dejar de sufrir que el suicidio aparece como opción.
Y sin embargo, el suicidio sigue estando delimitado por la sociedad. Todo el sufrimiento externo que el individuo padece, que le es impuesto desde afuera, está sostenido en la incapacidad del individuo para romper con aquello que se le ha enseñado y por lo que sufre. En otras palabras, el sufrimiento viene por no poder ser lo que los demás esperan que seamos.
Cuando el suicidio tiene sustento económico, el individuo siente que debería tener más que lo que realmente tiene; cuando tiene sustento de pareja, el individuo cree que debería estar con quien no quiere estar; cuando tiene sustento de género, el individuo cree que debería ser lo que no desea ser. Existe una identificación con los demás que genera competencia con los otros, es en comparación con lo que se ve en el otro con lo que se juzga a sí mismo.
¿Cómo puedo decir que me falta dinero si no sé que el otro tiene más? ¿Cómo puedo decir con qué persona quiero estar sin saber con quienes están otros? Es por medio de la comparación con el entorno, en una condición desigual, que el individuo que contempla el suicidio inicia su sufrimiento al no ser lo que quisiera ser en función de lo que se espera que sea. Así el sufrimiento crece hasta llegar a ser insoportable.
Por supuesto que también existe el suicidio por lo que desde afuera se le hace al individuo; aquel que ha sido rechazado o maltratado, que es ajeno al entorno en que vive, se sentirá aislado y el sufrimiento por no ser parte de los otros también aparecerá y el suicidio pudiera surgir como opción.
Las razones sociales del sufrimiento pueden ser tan variadas que sería imposible ir por cada una de ellas. Tratando de ser más general es necesario entender el suicidio como un intento del individuo para terminar con el sufrimiento; y entender dicho sufrimiento como proveniente del entorno social. Así es que, para prevenir el suicidio, tenemos que entender las causas sociales que llevan a contemplarlo. Esas causas sociales son la comparación de sí mismo con los demás, y el sistema social que impide la transición de lo que es hacia lo que se pretende ser o se le exige ser.
Mediante una sociedad consciente de dichos factores, es posible que se puedan emplear mecanismos sociales para la aceptación e integración del individuo, disminuyendo así el sufrimiento del mismo. ara ello es importante, como sociedad, tomar la responsabilidad de que las acciones conjuntas tienen un efecto sobre el individuo.
La idea del suicidio como un evento profundamente individual y egoísta no permitirá prevenir el suicidio pues aleja al suicida de su entorno y lo etiqueta como enfermo, paria; hace que la sociedad rechace su participación en el suicidio, por lo que éste se seguirá repitiendo, mientras que sistemáticamente el mundo se llena de «enfermos que se matan sin una razón aparente, pues la razón no está en el «enfermo» (por eso las comillas), sino en el entorno, y el entorno somos todos los demás.
¿Y qué hacer? Albert Camus ya lo dijo, nada tiene sentido, no hay una ley absoluta que nos oriente, estamos atrapados en un mundo absurdo, sin reglas verdaderas que nos indiquen el mejor camino. La opción de matarse siempre estará presente pero también se puede entender ese absurdo mundo en que vivimos, entender que no hay nada que entender, que no tiene caso en encontrar una única respuesta y abrazar el absurdo, volverse tan absurdamente libre que la simple existencia sea un acto de rebelión. Si la sociedad no puede asumir su participación, el individuo que sufre habrá de divorciarse de la sociedad haciendo su propio camino, dejando atrás esas comparativas y esas expectativas que vienen desde afuera, para dedicarse al cien por ciento en lo que sea que, absurdamente, desee el sujeto, quien ya lejos de las normas sociales y aceptando el rechazo de su entorno, labra su camino a su modo.
Así que tenemos dos maneras de enfrentar el suicidio, la manera social que requiere la participación de todos, y la manera individual que implica el divorcio del individuo con la sociedad. ¿Cuál tomar? Eso depende del entorno en que el individuo se desenvuelva. Si el entorno es flexible, es probable una reintegración social, sin embargo en entornos rígidos donde la disciplina y las tradiciones son férreas, solo el divorcio del entorno es una opción viable.
¿Cuál es la tuya?
El presente artículo no pretende reemplazar una ayuda profesional ni negar otras aproximaciones acerca del tema de suicidio. Debemos tomar el camino que mejor se nos acomode. Tampoco pretende ni condenar ni promover el suicidio. Solo es un intento personal de explicar el fenómeno que, espero, te permita ver un camino nuevo si ya lo intentaste todo y no encuentras resultado.
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