Existen personas que se jactan de su gran habilidad para los negocios, de aprender a ver fríamente las situaciones y así tomar decisiones eficaces que les permitan alcanzar ganancias extraordinarias. Para una mente fría y matemática los números no mienten, si hay pérdida el negocio no es rentable. ¿Has pensado que puedes utilizar esos mismos principios en tus relaciones interpersonales?
Las personas que llegan buscando terapia de pareja usualmente lo hacen cargados de sentimientos, y no es para menos, ambos han INVERTIDO mucho en la relación y han visto sus INTERESES afectados por la INTERACCIÓN de ambos. Es común que la pareja acuda al psicólogo tras varios intentos fallidos para restaurar la estabilidad marital, ya como la opción desesperada.
No somos máquinas, claramente tenemos sentimientos y esos muchas veces nublan la capacidad de emitir juicios razonables, más veces que menos el orgullo y rencillas del pasado terminan por boicotear acuerdos que facilitarían enormemente la relación, si tan sólo pudieran dejar ir esos sentimientos, si tan sólo pudieran ver su relación como un NEGOCIO.
Los NEGOCIOS son una faceta de la vida del ser humano en que también se deposita gran cantidad de energía, de afecto, de dinero. Implican una relación que requiere de tiempo, esfuerzo, compromisos y en los que existe una enorme vinculación hacia la empresa a realizar… Justo como ocurre con un matrimonio o una relación formal.
Ver la propia relación de manera fría y objetiva es sumamente difícil al estar inmersos en la misma relación, rodeados por cuestionamientos, DEMANDAS, SOLICITUDES, todo ello soportando aspectos históricos, “es que antes no era así” o “es que antes me hizo esto”. Es por ello que una técnica que nos facilita el acceso a acuerdos consiste en ver la relación como un NEGOCIO.
Los NEGOCIOS consisten en RELACIONES en los que se realizan TRANSACCIONES cuya finalidad es la obtención de una GANANCIA. El NEGOCIANTE posee un bien, producto o servicio, que es DESEADO por el CLIENTE, quien a su vez posee un RECURSO que es DESEADO por el NEGOCIANTE. Esa situación deriva en una TRANSACCIÓN en la que el NEGOCIANTE ofrecerá su bien, producto o servicio a cambio del RECURSO del CLIENTE. Una situación GANAR/GANAR.
O eso sería en un mundo ideal pues incluso el mundo de los negocios implica situaciones de publicidad engañosa y omisiones intencionales que tienen como objetivo el mejorar el margen de GANANCIA. Mientras en NEGOCIANTE desea obtener más RECURSOS por su bien, producto o servicio, el CLIENTE desea la obtención de ese bien, producto o servicio por la menor cantidad de RECURSOS posibles. Eso deriva en la NEGOCIACIÓN (más adelante se hablará a fondo del tema).
En un NEGOCIO la situación es vista como lineal: Se requiere una INVERSIÓN de tiempo, dinero, energía, esfuerzo, intelecto, creatividad, etc; ello con el objetivo de que dicho NEGOCIO sea RENTABLE, esto es, que provea al NEGOCIANTE de una GANANCIA respecto de su INVERSIÓN inicial. En caso de que dicha GANANCIA no exista, o en otras palabras, que se trate de una PÉRDIDA, el NEGOCIO no es RENTABLE, es abandonado.
Claro que el NEGOCIANTE no abandonará su NEGOCIO ante la primera dificultad, sin embargo la posibilidad de que el NEGOCIO no sea RENTABLE siempre debe estar presente en la mente del NEGOCIANTE, de otro modo se arriesga a poner sus sentimientos por delante y perder su INVERSIÓN de manera catastrófica. Así los más exitosos NEGOCIANTES necesitan saber identificar cuándo vender, cuándo comprar y cuándo retirarse.
Las relaciones de pareja no son tan diferentes de los NEGOCIOS. También requieren de una enorme inversión de tiempo, dinero, energía, esfuerzo, intelecto, creatividad, etc; ello con el objetivo de alcanzar una relación estable entre los participantes, que la relación sea BENÉFICA para los SOCIOS involucrados.
Así es, en un NEGOCIO a veces hay SOCIOS, en una relación de pareja siempre los hay, y funcionan del mismo modo. En los NEGOCIOS cada SOCIO conoce realmente lo que debe de realizar, hay un acuerdo al momento de ASOCIARSE sobre lo que se espera que cada uno haga. Así existen funciones que cada SOCIO cumple a fin de mantener el NEGOCIO, algunos invierten mientras que otros trabajan.
En los NEGOCIOS como en las relaciones de pareja, no siempre el SOCIO cumple con lo pactado, y ese incumplimiento suele finalizar con la SOCIEDAD e incluso con todo el NEGOCIO. Justo como en las relaciones de pareja.
Ambos miembros de la pareja tienen FUNCIONES dentro de la misma, tienen EXPECTATIVAS de lo que el otro o la otra habrán de cumplir a fin de mantener la SOCIEDAD. Sin embargo, a diferencia de los NEGOCIOS, en las relaciones de pareja esas FUNCIONES no suelen estar bien delimitadas sino que, por costumbre, están determinadas por la construcción de género previa, por razones socioculturales o incluso por la mera fantasía de la televisión.
Eso deriva en FUNCIONES ambiguas dentro de los SOCIOS de la pareja, en otras palabras, ninguno tiene idea de la EXPECTATIVA del otro, eso se expresa en frases como:
“No le entiendo, no sé lo que quiere de mí”.
Eso es por un problema de COMUNICACIÓN.
Hemos hablado mucho de la COMUNICACIÓN y cómo solucionar algunos de los problemas relativos a la capacidad de INFORMAR a nuestro otro significativo acerca de lo que DESEAMOS/NECESITAMOS, por ello no entraremos en más detalles al respecto, mejor te pondré este ejemplo:
Imagina que soy Don Camerino, el magnate hombre de negocios. Yo tengo una propuesta de trabajo para TI, sí, para TI que estás leyéndome. “Es una gran propuesta”. Te digo. “Ganarás mucho dinero. Firma aquí”.
Esa es toda la información que te daré. Tienes el contrato en blanco sobre la mesa, sólo debes firmar. ¿Lo harías?
Si tu respuesta es SÍ… ¡Pues por eso estás cómo estás! ¿Cómo es que te atreves a firmar un documento que te obliga a realizar unas acciones si ni siquiera sabes las acciones que habrás de realizar? La INFORMACIÓN que te he dado es sumamente vaga, sólo te dije que se trata de una gran propuesta y que ganarás mucho dinero; sin embargo no te dije lo que espero que hagas ni cuánto es mucho dinero.
¿Qué tal si te estoy contratando para limpiar retretes tapados y por mil pesos al mes? ¿Cómo sabes si para mí eso es MUCHO DINERO?
Antes de firmar un contrato de NEGOCIOS una persona sensata necesita saber cuáles son las condiciones del NEGOCIO con el que se está comprometiendo: Qué hará, cómo lo hará, los tiempos en que habrá de hacerlo, horarios de trabajo, prestaciones, obligaciones y, sobre todo, cuánto realmente habrá de ganar por hacer todo lo anterior. NECESITAS tener toda esa información antes de firmar un contrato que te puede vincular a una responsabilidad.
Si tu respuesta ante la pregunta anterior es NO… ¿Entonces por qué no le preguntaste todo lo que necesitabas saber a la persona con quien te casaste? Firmaste a ciegas un documento que te vincula a una responsabilidad sin siquiera saber lo que se esperaba que hicieras y sin poner tus propias condiciones.
Ver las relaciones de pareja como NEGOCIOS te permite lanzar una mirada más fría ante la problemática de mantener una relación cor dial con alguien que ESPERA mucho de ti y de quien ESPERAS con igual intensidad. Puede ayudarte a realizar una lista de aquello que ESPERAS que el otro haga y que el otro ESPERA que tú hagas, de modo que puedas finalmente ENTENDER lo que tu pareja ESPERA de ti. Pero no es tan fácil, no DESESPERES, en todo NEGOCIO hay una NEGOCIACIÓN. Eso lo veremos próximamente.
Mientras tanto piensa en tu relación de pareja, ¿tenías toda la información que necesitabas para antes de lanzarte a la aventura de una relación? ¿Qué faltó? Da respuesta a las interrogantes como si de un NEGOCIO se tratara y eso te acercará un paso más a LA META, que ES SER FELIZ.